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 ABISMO

Mario Opazo

 

 

Xon viene de lejos, de un lugar donde las cosas no tienen nombre, allá, cada cosa se nombra sola, con su fuerza. Es un lugar remoto, sin lenguaje; las palabras van errantes, brincan por las praderas y se cuelgan de los árboles, desfilan a veces juntas y sin razón toman sentido, dirección. En esas rutas los sonidos y dibujos – que aún no son palabras – marcan pautas, frecuencias, balbucean y producen estupor.

  Xon ha sido desterrado del mundo sin palabras, ni sílabas, ni letras; de esa región de cazadores y guerreros que ríen, lloran, gritan y gimen con tonos dedicados a cada cosa, a cada estado, a un gesto de alabanza, a otro de sacrificio, de contemplación o fatiga.

  La antigüedad de esa tierra y su creencia, no separa al cuerpo de uno del cuerpo de todos, ni a estos del bosque, ni del río, ni del mar, ni del cielo; todo es uno que a la vez es todo; de allí viene Xon, de una tierra lejana y profunda cimentada con los restos de un antiguo planeta parecido a la Tierra. Era un lugar de agua y aire, con mares, islas y montañas; también con ríos plagados de peces y campos por los que corrían cuadrúpedos de piel peluda y brillante; tuvo plantas y árboles frutales; frutas dulces, ácidas y amargas; pero nada de eso queda sobre su suelo, ni en el aire, ni en las cuevas subterráneos queda rastro de vida, están vacías de murciélagos y arañas, no hay minerales, ni grisú – ese gas venenoso que abunda en las minas de carbón –, ni respiración, ni asfixia hay en ese mundo. El arte fue un trozo de arcilla cocido.

Fragmento tomado de la novela inédita de Mario Opazo titulada “El tótem dormido”

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