CRUSH Rituales de Inocencia
Maria Isabel Vargas
Desde niños sentimos la necesidad de jugar; sin embargo, pareciera que los juegos actuales hubieran desvirtuado la esencia del juego. Estamos en una sociedad caracterizada por la racionalidad instrumental, por el trabajo y la educación, cuyos cuerpos dóciles no pueden permitirse un juego libre y despreocupado. Aun así, el juego se resiste a ser instrumentalizado y busca la manera de sobrevivir. Cientos de juegos disponibles en la web son muestra de ello. ¿Quién no ha jugado al menos una vez Candy crush desde su Smartphone? Juego virtual que consiste en alinear dulces desde ciertos patrones y niveles de complejidad. Un juego, considerado banal o una pérdida de tiempo, se convierte en el punto de partida de la propuesta plástica de María Isabel Vargas.
El juego es una acción libre, que se desarrolla dentro de un tiempo y espacio determinados. Además, no tiene finalidad alguna, se juega solo por jugar, por imitar, por dejarse llevar por el movimiento; aunque también sirve para actualizar, representar y realizar un acontecimiento cósmico. Por esta razón, se vincula con la esfera de lo sagrado. Dentro de esta esfera, mito y rito van de la mano. El ritual actualiza el acontecimiento sagrado; el mito. Sin embargo, la sociedad contemporánea parece haber olvidado también los rituales ancestrales, en especial, los rituales de paso.
Crush, rituales de inocencia da una vuelta de tuerca a los rituales de paso puesto que el cambio no se da de la infancia a la adultez, sino de esta hacia la infancia. A manera de los pasos de una celebración, la muestra se configura a través de Tribu Candy y La heladería. Un volver al estado de inocencia, a un estado en donde el individuo posee en sí toda su potencia creadora y la capacidad de afirmarse a sí mismo. En esa medida, el juego que propone la artista convierte el espacio de la galería en un lugar que se consagra para unos rituales de paso hacia la inocencia.
Adriana González Navarro
Magíster en Estética e Historia del arte
CURADORA