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Por lo general, las exhibiciones son el resultado de un encadenamiento de sentido. La mayoría de puestas en escena de un conjunto de obras se debe al propósito constelar de proyectar cierta ideología del montaje, pero, además, una tesis de sentido, esto es, una idea devenida en metadiscurso. A esto desde un tiempo para acá se le ha dado en llamar curaduría. La curaduría como anota Félix Suazo (1) es una figura profesional de reciente historia, es consecuencia de la creciente diversificación y complejización del organigrama institucional de la cultura. Se trata también de una práctica profesional intermediadora, estrechamente vinculada a la actividad crítica, que agrega un grado de especialización mayor en el campo de la difusión cultural. Su función básica es la de propiciar una lectura coherente y orientadora de la producción plástica que incluye la concepción de exposiciones y la aportación de criterios rectores para la formación de colecciones institucionales, corporativas y privadas (2). Sin embargo, esta no es una exposición para problematizar la figura del curador, sino para acusar su ausencia, pues como el título lo sugiere “Hechos de afecto”, se trata más bien de una suerte de laboratorio experimental que parte de asociaciones creativas, estéticas y emocionales, en donde uno de los artistas funge como pivote para armar una exposición partiendo de premisas e intereses muy personales, pero a la vez, mediados por los afectos que lo constituyen.


Más allá de que el conjunto de obras no se articulan efectivamente desde las mediaciones interpersonales de los creadores involucrados, si parte desde una afectividad particular que como un eje articulador inyecta una veta relacional que justifica, aunque sea de manera somera la alusión a lo planteado por Bourriaud en su momento, de manera que cualquier operación de encadenamiento de sentido que pueda entretejer la presente muestra no se da desde una perspectiva racional, o desde cierta práctica de montaje mediada por un hito hermenéutico, o desde un horizonte que intenta cartografiar la producción artística desde un corte particular,  sino más bien y muy puntualmente,  lo que se intenta poner en escena es a un grupo de artistas convocados para compartir un espacio teniendo como común denominador su amistad.

Nestor García

(1) Curador e investigador cubano-venezolano que ha publicado una gran cantidad de materiales sobre la curaduría y la museografía.
(2) Suazo F. El Sano Oficio de Curar. Revista Estilo de Caracas. Año 9. No 33, pp. 78-81

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