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Terreno Anhelo 

 

Colectivo Maski.

 

Ahí quedan los ladrillos

 

No son nuevos, el paisaje, el color, la textura o el entramado que la particular materia del ladrillo ha logrado constituir en esta ciudad, pieza básica que atraviesa el tejido urbano, el intercambio económico, las producciones artesanal e industrial, el diseño, y de una extraña manera, la historia de un territorio construido simbólica y materialmente desde la colonia y estilizado gracias a diferentes manifestaciones de la arquitectura moderna. Esta unidad mínima de expresión arquitectónica, fue por momentos el objeto de experimentos creativos que darían como resultado la asimilación de estilos foráneos que como el Tudor, abrieron la posibilidad de construir bajo la influencia de una nueva arquitectura en Bogotá barrios como: Santa fé, quinta Camacho y Teusaquillo; y que en torno a la propiedad horizontal de uso domestico y habitacional característico de los años 70`s, fundo el estereotipo de vivienda que abarca desde proyectos de “de interés social” hasta las urbanizaciones de mayor costo por metro cuadrado.

En su recorrido desde los chircales, el ladrillo cimenta esta ciudad, empezando por los andenes que soportan museos, bibliotecas, colegios, casas y torres que se convierten rápidamente en hitos arquitectónicos. La especificidad de la materia apoya la metáfora de un anhelo que hoy está sujeto a la construcción del futuro. La relación existente entre la necesidad de “tener casa”, la necesidad de “construir vivienda” y movilizar la economía, se materializan en la certeza de invertir en finca raíz. Asumir el riesgo de una deuda no solo demuestran nuestra continua búsqueda de bienestar y seguridad en la materialidad, sino además las maneras en las que esta materialidad es luego capitalizada por una promesa publicitaria, explotada como especulación inmobiliaria, y finalmente legitimada como propiedad. Quienes eventualmente se hacen a una fracción del sueño, ven su esfuerzo recompensado en el valor de un grupo de ladrillos sujetados.

El ladrillo, que paradójicamente no es más que un pedazo de tierra, ha dejado una huella en el imaginario de la propiedad pública y privada que enmarca la construcción social de Bogotá. Difícilmente entendemos el ladrillo en su dimensión política como una suma, al contrario, victima de su apariencia tan poco espectacular, requiere de atenciones especiales para hacerle estético en cuanto funcional, y sin embargo es a partir de un material tan precario y simple en su fabricación, que se estructuran tanto el mercado como el espacio, la apariencia, la esperanza y porque no el muro que los protege a todos ellos.

 

Colectivo Maski

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